lunes, 18 de junio de 2018

Pesadillas

Hablar de muertos vivientes lo tranquiliza, cuando se despierta me acuesto con él e invento historias de zombis. Con tres añitos lo hace a menudo, así que no duermo mucho y me paso el día con las gafas de sol de acá para allá. A veces hasta me quedo dormida con ellas puestas. Su padre, que encima tiene la culpa de todo, ni lo oye. Yo quería que el niño siguiera con su vida pero él se empeñó en que teníamos que convertirlo también. Estoy pensando en comprar un ataúd doble porque como esto sea así para toda la eternidad, antes me clavo una estaca.

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