viernes, 24 de diciembre de 2021

Amenaza de tormenta

Siempre andaba de un sitio para otro con aquella maldita nube enganchada. Un molesto cumulonimbo que se había instalado sobre mi cabeza y no me dejaba sola ni un minuto.
Muchas veces me empapaba con fuertes aguaceros, tronaba de forma ensordecedora y me electrocutaba con sus relámpagos. En otras ocasiones, solo lloviznaba o producía silenciosas descargas eléctricas.
Algo me decía que si me libraba de ti, podría librarme de ella. Así que cuando lo hice, fue cuestión de tiempo que el nubarrón comenzara a disiparse. Volví a ver, por fin, el azul del cielo.

Romántica Tarde de Verano

Tumbada, siento la brisa marina, el sol acariciando mi rostro. Me relaja deslizar la arena entre mis dedos y adivinar a ciegas las conchas, las caracolas, las minúsculas piedrecillas. Hace calor y me meto al agua, de un inigualable color azul. ¡Es todo tan hermoso! De pronto, ¡horror!, una medusa me roza, se entrelaza insistente con mis piernas. Qué extraño, no siento escozor. Me desenredo entonces una bolsa, de no se sabe ya qué supermercado. Estoy rodeada de basura flotante. Asqueada, voy a la toalla y veo los dos montoncitos de arena que había formado antes. Las conchas son trozos de plástico roto, las caracolas colillas, tapones de botella. Se jodió el romanticismo.

El Presentimiento

Esta mañana me he despertado con "esa" sensación. Nunca nadie me ha creído, pero yo, estoy convencida de que poseo un sexto sentido. Sabía que hoy me sucedería algo importante. No me preguntéis cómo, es un don. Cuando cruzaba la calle para ir al trabajo, solo podía preguntarme qué sería. Entonces, lo he visto claro: un chico guapísimo me hacía gestos desde el otro lado. ¡Y con qué entusiasmo! ¿El hombre de mi vida, quizás? Me he quedado paralizada de la emoción. Cuando me he dado cuenta de lo que quería decirme, el autobús ya me estaba pasando por encima.

Sin Chorradicas

 Me creció un hombre en el jardín. Al principio se hacía el interesante, pero resultó ser un granuja. Cuando me cansé de sus tonterías, agarré la azada y lo arranqué de cuajo.

Desacompasados

Fedra y yo no terminábamos de cuadrar del todo. No había manera de ponernos de acuerdo. Yo siempre tiraba hacia el lado izquierdo, ella hacia el derecho. Hasta que tuvo el accidente. Desde entonces, todo nos va como la seda. Ahora los dos cojeamos del mismo pie.

domingo, 18 de julio de 2021

Qué Pasará

Me preparo psicológicamente para la profanación de mi nariz. Cómo odio venir al médico. Pensaba que después de los dos picotazos ya me habría librado de esto. Pero no. Menuda faena, no tenía que haber ido a aquella comida. La enfermera me mira fijamente y, tras la mascarilla y la pantalla protectora, sonríe, o al menos, eso quiero pensar. Me introduce el bastoncillo tan profundamente que me hace cosquillas en el cerebro. Me entra la risa y muchas ganas de estornudar. Bueno, pues ya está. Ahora a esperar.

El día se me hace de 25 horas. Me lo paso pegada al móvil, revisando la aplicación cada medio minuto. ¿Entonces, ahora qué? Nunca me entero de cómo van los protocolos. ¿Y si doy positivo? Porque estoy deseando irme de vacaciones. La semana que viene teníamos previsto marchar los dos con la furgoneta, así que espero que no se nos trunque el plan. La primera vez, desde que empezamos, que pasaremos tanto tiempo juntos. ¡Quince días! Una prueba de fuego. Me muero de ganas y de vértigo a la vez.

Después de varios días programando lo que vamos a hacer, puedo imaginarme el viaje a la perfección: haremos una ruta por toda la costa desde casa hasta Portugal. Mar, montaña; lluvia, sol; sidra bien escanciada, pulpo a la gallega. Serán días de risas y de besos robados en callejones ocultos. Cenaremos a la luz de la luna junto al océano salvaje. Sentiremos en nuestros cuerpos el calor de la arena, treparemos por las rocas bajo el cielo azul. Daremos largos paseos por los puentes de Oporto. Por las noches bailaremos entre las sábanas. En el fondo, sé que todo iría muy bien.

Miro la aplicación por enésima vez. Noto el sudor acumulándose en mis axilas. Y eso que llevamos unos días que cualquiera diría que es verano. Se me resbala el móvil de entre las manos, me las seco en el pantalón. Refresco la pantalla. El corazón me va a mil por hora. Por enésima vez. Por fin ha salido el resultado: ¡Negativo!

lunes, 28 de junio de 2021

Las Tetas de Mamá

Eran turgentes y abundantes. Rebosaban de su escote atrayendo miradas inevitables. Una hermosura. Siempre me gustó acurrucarme contra ellas. Me tranquilizaban, me hacían sentir bien. Aquellos cántaros de amor eran además, pura fuente de sorpresa. Lo mismo brotaban de allí unas monedas para chuches que las llaves de la casa. Una colección de pañuelos para los mocos que la lista de la compra. Como de un pozo sin fondo.

Adoraba los pechos de mi madre. Gracias a ellos me libré de más de una. Recuerdo, por ejemplo, aquella vez en la que sin querer rompí la bici nueva de Pedro. ¡Si llega a pillarme en caliente, me mata! Por suerte, esa tarde no me encontró. Cuando llegué corriendo a decirle a mi madre, me guiñó el ojo y abriéndose el escote, me dijo: escóndete aquí.