domingo, 1 de diciembre de 2013

Vuelo sin Motor

- ¿Dónde estoy? - se preguntó la niña aturdida, sacudiéndose el pijama tras el aterrizaje forzoso. Se había concentrado con tal intensidad, que el cuento la había absorbido. Literalmente.
A punto de batirse en duelo, el príncipe, espada en mano y el dragón, llama en boca, la miraban entre perplejos y asustados.
- Continuad -musitó- como si no estuviera.
Al principio con cierta timidez (no estaban acostumbrados a actuar en directo), prosiguieron con su contienda, apta para menores de siete años pero igualmente emocionante.
Al día siguiente, se despertó con sobresalto. Miró sus manos polvorientas y sonrió aliviada.

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