miércoles, 29 de abril de 2015

Dos Pájaros de un Tiro

El incómodo cadáver del mediador familiar llevaba ya varios días debajo del sofá. Él, cada vez que entraba en el salón, arrugaba la nariz con disgusto y abría la ventana de par en par con grandes aspavientos, asegurándose de que lo viera. Esperaba que ella se encargara, como hacía siempre con todo. Está bien -pensó ella- lo mismo me da dos que uno.