lunes, 24 de mayo de 2021

Relatos Ratoniles

Dos relatos a partir de la misma frase: "La rata sonrió en aquel momento".

Justicia Poética

La rata sonrió en aquel momento al verla. Era un simple roedor vagando por una ciudad cualquiera y había encontrado aquel edificio por casualidad: automáticamente su diminuto cerebro comenzó a proyectar con nitidez imágenes de una vida anterior como humano que lo hicieron estremecer de hocico a rabo. Subió como pudo las escaleras, tan conocidas, y esperó ante la puerta. Sonrió al verla salir con su melena suelta, la misma sonrisa radiante. Pero verlo a él agarrándole la mano lo transportó inevitablemente al instante de su violenta muerte. “¡Maldito cabrón!”, gruñó. Y como una revelación, recordó que aquel malnacido era terriblemente alérgico. A las ratas.

Juguete Roto

La rata sonrió en aquel momento y exclamó: “¡Y no olviden supervitaminarse y mineralizarse!”. Contrariado, el director gritó ”¡corten!”. Quería saber por qué narices no decía su mítica frase en pleno vuelo. “Últimamente está algo desmejorado, necesita descansar; ya sabes, los años pasan para todos”, explicó su representante. Pero un oscuro secreto se cernía sobre el defensor de la comida saludable. Algo que empezó de forma accidental pero que poco a poco se había convertido en un serio problema. Días más tarde los titulares de los periódicos se hacían eco de la noticia: “Super Ratón aparece muerto en su casa. La supuesta causa, una sobredosis de azúcar”.                                                                                

De cuando a Super Ratón le iba mejor...           

Lunares

Cuando recibí la llamada supe que algo horrible había ocurrido. En cuanto llegué a la comisaría mi marido se lanzó a mis brazos deshecho en lágrimas, devastado. No solo había perdido a su hermano gemelo, sino que encima su muerte se había producido en circunstancias extrañas. Los agentes nos recomendaron ir a casa a descansar. Nos acostamos un rato, y entre lágrimas, y con las sensaciones a flor de piel, acabamos haciendo el amor. Al terminar, como un ritual, busqué con mis dedos los lunares de su espalda. "¿¡Dónde están sus lunares!?" Lo miré y vi cómo una extraña sonrisa se dibujaba en su rostro. “Haría cualquier cosa por ti, ¿sabes?”, murmuró.

Ocurrió en Francia

El atraco había salido tal y como esperaban y tras una acelerada persecución consiguieron escapar de la policía. Cuanto más cerca estaban de atraparlos, más calientes se ponían, así que, como era costumbre, fueron a celebrarlo en su buhardilla del Quartier Latin por todo lo alto: una tarde de sexo intenso para liberar la adrenalina acumulada. Tenían la sensación de que acabarían atrapándolos y eso les excitaba aún más. Tras varias horas de gritos y gemidos por fin llegó la calma. Los tres gendarmes que esperaban apostados al otro lado de la puerta se decidieron a entrar.

Privilegios

 

Solo tú y yo sabemos lo que pasa. Tú, yo y mamá, claro. Ella se ha encargado de que nadie más se entere. No sé cómo ha conseguido convencer a padre de dejaros ir a la plantación de su primo. ¿Sospecharía él algo? Dice que nos mataría si lo llegara a saber. A ti, a mí y a tu familia. Que mejor me mantenga callado si no quiero que las cosas se pongan feas. Sí, ya sé que te dije que te quería, pero sabes que no puedo hacer nada. No pongas esa cara. Las cosas son así y yo no puedo cambiarlas. Suéltame la mano, ¡no seas estúpida! En el fondo siempre supe que esto era un error, es mejor que me vaya. Y no se lo cuentes a nadie si no quieres problemas...

martes, 18 de mayo de 2021

Puro Fuego

Era libre. Sintió cómo comenzaba la transformación dentro de sí misma: su llama interior se hizo camino a través de sus ojos, de su boca, de los poros de su piel. Con los cabellos en llamaradas se dejó mecer por esa felicidad que le atravesaba el cuerpo. Era fuego y era aire. Era tierra. Era agua. Era todo lo que quisiera ser.

Todo lo que Recuerdo

Todo lo que recuerdo de aquel día son los campos de trigo mecidos por el viento, el cielo manchado de nubes de algodón. He borrado de mi mente su mano apretándome el brazo, sus caricias más allá de los límites, su cuerpo forzándome contra el suelo. Todo lo que recuerdo es el trigo, las nubes y aquel pedrusco que sujetaba mi mano cubierta de sangre. Y a partir de ahí, nada.

Magia Potagia

Habían hecho el mismo número cientos de veces, desde aquella época en la que aún eran felices. Siempre salía perfecto (más le valía) pero esta vez el truco salió mal: su mujer no apareció por donde tenía que aparecer. Miraba una y otra vez la trampilla, sin llegar a comprender. Tratando de disimular su ira delante de toda esa gente, se quitó la chistera para empapar su sudor con un pañuelo. “Se va a enterar”, pensó. Pero se equivocaba. Antes siquiera de que él saliera del teatro ella ya estaría cogiendo un avión, alejándose de él para siempre.

Insomnio

Creo que lo he conseguido. Después de días y días sin dormir, al fin he logrado conciliar el sueño: las imágenes son nítidas, parece muy real. Camino la ciudad desierta, el asfalto mojado de las calles recibe mi paso cansado. Oigo un ruido tras de mí. Alguien me sigue. Unas escaleras me llevan hasta una azotea. Me parece ver a una persona escondida. Entonces el interior de mi bolso se desparrama por el suelo. No me detengo a recogerlo. Acelero el ritmo. Miro al vacío. Si salto me despertaré. Mierda. No era un sueño.

La Chispa de la Vida

El ruido de un tiroteo consiguió animarles de nuevo. El sopor se había apoderado de ellos en plena faena, pero por suerte o por desgracia, los disparos los sacaron de su letargo. Ella prosiguió con los besos, y las caricias por todo el cuerpo hicieron que su compañero se recompusiera del todo. Sin embargo, la película enseguida terminó, y con la musiquilla final ella se fue amodorrando otra vez. Él, tras asegurarse de que estaba dormida, cogió el mando y bajó el volumen al máximo. La tapó con la manta, la besó en la frente, se recostó en el sofá y suspiró. ¡Qué mujer! ¡Así no llego a los 95!

lunes, 10 de mayo de 2021

Visita al Zoo

A las 22:00 se produjo la erupción, justo dos horas después. Sentía escalofríos y me escocía. Cuando el picor empezó a extenderse por el resto del cuerpo me asusté un poco. Marché rápido a la cama para que mis padres no se preocuparan. Por la mañana me desperté con una extraña sensación. Abrí los ojos y vi a mi madre, que a cierta distancia me miraba fijamente, estupefacta. De reojo, vislumbré mi imagen en el espejo: unas brillantes escamas verdes recubrían mi piel, y una lengua bífida salía de vez en cuando por propia iniciativa de entre mis dientes. “Dijiste que no te había mordido”, balbuceó.