martes, 10 de febrero de 2015

Oculto

Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio pero nadie sabe de esas discretas alzas que lleva metidas en las zapatillas. Tampoco sospechan que su cuidada cabellera rubio platino no sea natural, ni que esos huidizos ojos azul celeste, que tienen enamorados a la mitad de sus compañeros, sean lentillas. Nadie se imagina que Svetlana es en realidad el desaparecido Manolo Pérez.

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