martes, 2 de abril de 2019

Martes y Trece

El último día de vacaciones un pinchazo en mi bici impidió que tu estudiada sonrisa me encandilara al cruzarnos por el paseo marítimo. Luego además perdí el autobús, así que no tuviste ocasión de acribillarme a miradas, desbordando confianza en ti mismo. Como no habíamos coincidido antes, no pudiste reconocerme ni invitarme a sentar contigo en el avión, deseoso de deleitarme con tus envidiables viajes y piropos que me abocarían a una más que intensa historia de amor. Cuando desembarcamos, tropecé contigo deslumbrada por unos preciosos ojos azules. Pero entonces abriste la boca. Ignorando tus palabras me alejé; no podía estropear mi racha de buena suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Venga, no te cortes...