lunes, 14 de mayo de 2018

Batallitas

“Cuando éramos jóvenes…”, comenzó. Ya sabíamos todos lo que eso implicaba. No me sorprendió la disposición de mis primos para ayudar a papá a recoger la mesa ni que la tía Marieta (Mari-jeta como la llaman mis padres) se ofreciera para fregar los platos. Hasta mamá pidió al tío que le mirase una avería del coche de la que nadie antes había oído hablar. Resignada vi cómo mi hermana, disimuladamente, se llevaba de allí la silla de ruedas. Miré al abuelo, ajeno a todo, y el brillo de esos ojillos me cautivó. Acomodé mi pierna escayolada sobre un taburete y me dispuse a escuchar atentamente.

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