lunes, 12 de marzo de 2018

Cuando Te Toca

Sus padres salieron juntos cogidos de la mano, cabizbajos. Al verlos, los familiares que aguardaban impacientes en la sala de espera perdieron la ilusión que todavía les quedaba. Se oyeron llantos quejumbrosos y gritos sofocados. “No se ha podido hacer nada”, confirmó la madre secándose los ojos con la manga de un jersey que había visto tiempos mejores. “¡Pues que lo abran!”, exclamó el abuelo. “El niño está bien, ¿no?”, preguntó la abuela, dirigiéndole una mirada asesina. “Sí, él está bien, pero del boleto ni rastro”.



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