lunes, 12 de febrero de 2018

Primos Lejanos

Se quedaban discutiendo dónde pondrían el sofá cama, si una manta sería suficiente o si no, se ponían a rememorar alguna de sus batallitas. De una manera u otra al final las veladas se alargaban demasiado, así que su marido, que madrugaba, siempre se iba antes. “Qué majo tu primo. ¿De quién decías que es hijo?”, le preguntó cuando se marchó. “No me recuerda a nadie de tu familia, aunque ya sabes que soy malísimo sacando parecidos”. Y eso era lo único en lo que podía pensar su mujer nueve meses después: “ay, que no le recuerde a nadie”.

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Venga, no te cortes...