lunes, 9 de noviembre de 2015

Inspectores

Salen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos con su típico gesto de infinita desaprobación. Los padres, expectantes, aguardan en el pasillo. Ella, mordiendo lo que le queda de uñas; él, dirigiendo inconscientemente su mano a donde guarda la cartera, aunque ahora mismo esté en pijama. “Los niveles del pequeño no superan los límites”, comenta el uno. El otro, frunciendo el ceño: “Los del mayor, sin embargo, sí. Por no hablar de los suyos, claro. (El padre intenta contener la respiración.) Entonces, añadiendo el consumo de oxígeno a los gastos anteriores... tenemos un incremento del veintiocho por ciento”. “Ah, veo que esperan otro hijo”, dice, dejando escapar una risita.

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