Era libre. Sintió cómo comenzaba la transformación dentro de sí misma: su llama interior se hizo camino a través de sus ojos, de su boca, de los poros de su piel. Con los cabellos en llamaradas se dejó mecer por esa felicidad que le atravesaba el cuerpo. Era fuego y era aire. Era tierra. Era agua. Era todo lo que quisiera ser.
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Venga, no te cortes...