lunes, 28 de junio de 2021

Las Tetas de Mamá

Eran turgentes y abundantes. Rebosaban de su escote atrayendo miradas inevitables. Una hermosura. Siempre me gustó acurrucarme contra ellas. Me tranquilizaban, me hacían sentir bien. Aquellos cántaros de amor eran además, pura fuente de sorpresa. Lo mismo brotaban de allí unas monedas para chuches que las llaves de la casa. Una colección de pañuelos para los mocos que la lista de la compra. Como de un pozo sin fondo.

Adoraba los pechos de mi madre. Gracias a ellos me libré de más de una. Recuerdo, por ejemplo, aquella vez en la que sin querer rompí la bici nueva de Pedro. ¡Si llega a pillarme en caliente, me mata! Por suerte, esa tarde no me encontró. Cuando llegué corriendo a decirle a mi madre, me guiñó el ojo y abriéndose el escote, me dijo: escóndete aquí.


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