Pucheros
Se me acumulan los garbanzos por los rincones de la casa. Cuando busco el mando de la tele aparecen entre los cojines del sofá. Los niños ya los aborrecen, lo sé, sin embargo los comen sin rechistar, poniendo la mejor cara. He empezado a regalárselos a los vecinos, que responden agradecidos a mi risa forzada. A veces los escondo debajo de la alfombra. Y cuando vuelves a casa, me quito la sonrisa y vuelven a brotar, secos, de mis ojos.
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