¡Ya me las apañaré para pagar las facturas pero no lo soporto más!, gritó con afectación, imprimiéndole el tono más dramático posible. Atraído por la curiosidad, el padre se asomó a la habitación justo cuando la hija pequeña, que tenía un borratajo pintado con rotulador a modo de bigote, le decía a su hermana:
- Cariño, mira a ver las niñas, que tienen hambre.
Y entonces, la hermana mayor, con aire teatral, empezó a hablar entre dientes, haciendo aspavientos y desplazándose por el cuarto aparentemente enojada, recogiendo ropa y juguetes y libros y metiéndolos bruscamente en una maleta.
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