Con nuestro mecánico de
confianza al otro lado papá parecía más tranquilo. Mamá seguía
hojeando nerviosa el manual de instrucciones sin saber bien qué
hacer. Papá asía el teléfono inquieto, tratando de transmitir mis
síntomas al mecánico lo mejor posible. Yo me sentía bastante
incómodo, así que para hacérselo saber, berreaba como un poseso
con una frecuencia de dos gritos cada tres segundos exactamente. “No
se preocupe, Señor Martínez, suele pasarles a los padres
primerizos. Lo que le ocurre a su “bebot” no es más que una
obstrucción del espectonador del canglas, conecten la función de
limpieza automática y en cinco minutos estará como nuevo”.
Esto me suena algo familiar.
ResponderEliminarMe gusta, quería opinar ya que hasta ahora no lo había hecho.
Sigue así, como tu sabes
¿El espectonador del canglas? ;-)
ResponderEliminarPasa como con los coches, y su maravillosa junta la culata.
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