Esas alas de plástico servían para volar. "Ya, pero no es lo mismo", mascullaban los tiquismiquis de siempre cuando lo veían revoloteando a su lado. Él ni los oía, ni siquiera se fijaba en las alas que agitaban ante él majestuosamente. Solo podía regocijarse en su vuelo, manteniendo sus patitas lo más juntas posible y emitiendo graznidos de placer.
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Venga, no te cortes...