Ya recogería la mesa mañana. Miró el alboroto de platos, de restos, de cosas aliviada. Ahí estaban, solos los dos, menos mal que habían dejado a los niños con su hermana. Sirvió una copa con mucho hielo y bebió despacio. Ya no había prisa de nada. Ya no había que preocuparse. Se colocó el vaso en el ojo para así bajar la inflamación. Mañana pensaría qué hacer con el cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Venga, no te cortes...