Siempre andaba de un sitio para otro con aquella maldita nube enganchada. Un molesto cumulonimbo que se había instalado sobre mi cabeza y no me dejaba sola ni un minuto.
Muchas veces me empapaba con fuertes aguaceros, tronaba de forma ensordecedora y me electrocutaba con sus relámpagos. En otras ocasiones, solo lloviznaba o producía silenciosas descargas eléctricas.
Algo me decía que si me libraba de ti, podría librarme de ella. Así que cuando lo hice, fue cuestión de tiempo que el nubarrón comenzara a disiparse. Volví a ver, por fin, el azul del cielo.
Algo me decía que si me libraba de ti, podría librarme de ella. Así que cuando lo hice, fue cuestión de tiempo que el nubarrón comenzara a disiparse. Volví a ver, por fin, el azul del cielo.
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